Llegué al mes oficialmente sin trabajo.

En un mes he enviado unas 76 solicitudes de trabajo, incluyendo e-mails directos. Solo he logrado dos entrevistas, la de hace dos semanas en la cual resulté estar sobre calificada y otra hace un par de días, cuando las cosas iban mal y se ponían peores.

La última entrevista era como editora de una conocida revista de cultura, la cual no se el nombre, porque la entrevista se hizo a través de reclutadores que no quisieron decirme el nombre de la revista, pero eso si me pidieron decir lo que ganaba en mis empleos anteriores y lo que quería ganar ahora.

Pero las cosas no se pusieron peores, ahí se pusieron peores en el momento que entré a la oficina y al par de minutos salió una amiga mía de uno de los cubículos. Estaba ahí por el mismo puesto que yo.

Así que lo único que me faltaba era competir únicamente contra tres personas por el puesto (algo bueno), pero una de ellas era mi amiga (algo malo).

En la convocatoria se pedían específicamente mujeres de 30 a 40 años (requisito cumplido); licenciatura en comunicación o periodismo, no letras o literatura (requisito no cumplido, pero llenado con años comprobables de experiencia laborar); inglés 80% (requisito cumplido y pasado); experiencia en control de procesos editoriales (requisito cumplido), revisión y corrección de artículos (requisito cumplido), experiencia en periódicos o puestos equivalentes (requisito más que cumplido); muy importante trabajar bajo presión y solucionar emergencias (requisito ultra cumplido, en una revista tengo 15 días o 30 días o más para planear la edición y hasta horas para resolver eventualidades, cinco años trabajé en un lugar dónde solo había minutos para planear la edición y segundos para resolver eventualidades). Cumplía todos los requisitos excepto la licenciatura en periodismo o comunicación.

Mi amiga andaba más o menos en las mismas que yo, no cumplía de la dichosa licenciatura, porque es historiadora, y antes había trabajado como editora de revista.

En fin, una vez que entré a la entrevista fue bastante corta, se terminó cuando llegamos al punto del dinero. Se terminó porque yo no podía fijar una cantidad sin antes saber para quien iba a trabajar, en ese momento no sabía ni siquiera que era una revista de cultura, sólo sabia que era una revista y sí sabía en qué consistía el puesto. Pero vamos, no es lo mismo ser editor de una revista como Proceso, que de una revista como TV Notas o de una revista pequeña que apenas se está colocando, el margen de sueldos puede ir de 15 mil pesos (o menos) hasta más de 80 mil pesos.

Así que cando hice notar eso empezaron las fricciones, su salida fue preguntarme mis sueldos anteriores. Así que básicamente en la agencia de noticias muy mal pagada, porque yo era editora en inglés para lo cual se necesita una extra calificación que aunque ustedes NO lo crean en México no están común de encontrar ganaba 30 mil pesos mensuales base, más horas extras (lo cual ocurría bastante seguido) y las corresponsalías me las pagaban aparte. El siguiente referente fue la agencia de publicidad en la cual me pagaban 15 mil pesos libres, pero hay que tomar en cuenta que era un trabajo en el cual tenía no solamente cero experiencia sino que nulo conocimiento.

Así que el asunto terminó cuando dije que por menos de 35 mil pesos libres más prestaciones al menos las de ley no iba a ser editora de una revista. Y esto, pensando en que es una revista pequeña.

Porque son bastante cómicos los reclutadores y empresas, piden que el empleado sea capaz de llevarles las perlas de la virgen, pero no están dispuestos a pagar el valor de esas perlas. Al empleado si le exigen, le demandan calificación y experiencia, pero al empleador no le gusta que le exijan y demanden el pago real de esa calificación y experiencia. ¡Mira! Qué a gusto ¿no?

Y muchos me dirán que a estas alturas acepte lo que sea, de algo tengo que vivir, sin embargo regreso al punto que remarcado desde hace un mes, no estoy dispuesta a malbaratar mis conocimientos, experiencia y habilidades. Estoy conciente del valor que tienen. Es como si por alguna razón tuvieras que vender tu iPhone 5 y aceptas 50 dólares por él, porque nadie te quiere pagar más. Pues mejor no lo vendes ¿no?

Yo como entiendo el mundo laboral es que yo le estoy vendiendo a mi empleador mis conocimientos, habilidades, experiencia, mi capacidad de aprender nuevas cosas y hasta mi lealtad, como en cualquier transacción comercial se tiene que pagar el valor de ese producto y no solo el valor real, también el valor agregado.

Ellos me necesitan a mi, ellos necesitan un profesional y por eso me están buscando, yo necesito de ellos porque alguien tiene que pagar por lo que yo ofrezco, sin embargo resulta que yo no soy una crema para la cara o una lata de atún, yo tengo la capacidad de ir a buscar a alguien que este dispuesto a pagar lo que yo valgo o incluso hasta mutar y cambiar de giro, no voy a quedarme en el anaquel esperando a que alguien me compre de oferta. Pff!

Entonces, como sigo desempleada hoy en la búsqueda encontré esto:

Puesto de 7 mil pesos para profesionistas

Así que resulta que un profesioncita vale 7 mil pesos mensuales, por un solo día de descanso y más de 8 horas de trabajo al día.

Hoy alguien me dijo que le “atorara” que aceptar el empleo de 7 mil pesos “así como están las cosas, no queda de otra” y bueno sí, sí queda de otra a la señora que me ayudaba con la limpieza de mi departamento de una recamara le pagaban 250 pesos diarios, sin planchar y sin cocinar, ni siquiera cambiaba la arena de mi gato, eso lo hacia yo personalmente.

Entonces haciendo números 250 pesos por 5 días a la semana son 1,250, y al mes son 5 mil pesos y descanso dos días a la semana. Así que del empleo de 7 mil pesos a volverme profesional en la limpiada de casas, pues mejor me pongo a limpiar casas.