Abrazos para mi alma

Por fin he llegado a Cuzco. Fue un buen viaje, de esos que me gusta coleccionar y jamás olvidar.

Ayacucho, la morada para el alma, tocó mi corazón.

Lucas

Lucas

En el hostal en el que me quedé, la señora me trató excelente, lo primero que hizo fue darme de desayunar, y por supuesto darme mi té o mate de coca (como dicen acá), había llegado a las 7:30 am. Lucas, el perro del hostal resultó el botones más atento que he conocido en mi vida, muy diligentemente llevó mi llave hasta mi habitación.

Salí a caminar por las calles de Ayacucho y finalmente las personas eran capaces de decirme dónde quedaba lo que les preguntaba y nade me mandó al lugar incorrecto como en Lima  y eso se agradece mucho.

Las personas se me quedaban viendo con mucha curiosidad, en las guías siempre dicen que en los Andes es común que sus habitantes se les queden viendo a los turistas (y sí, supongo que somos todo un espectáculo), hasta que finalmente me detuve en una tienda a comprar agua y la señora que atendía, de unos 60 años se me quedaba viendo y se me queda viendo, hasta que finalmente se animó a preguntarme

-¿de dónde es usted señorita?

-De México

-Ah! México es como Perú

-Sí, algo nos parecemos

-¿Viaja sola?

-Sí, viajo sola

-Es soltera, entonces

-Así es.

-Que bueno, paséate, hija, paséate

Y me dio un abrazo, un gran abrazo.

Ahí también aprendí de boca de una arqueólogo que la montaña justo frente a donde se dio la Batalla de Ayacucho es mágica, tan mágica que cuando Hugo Chávez enfermó fueron los chamanes ahí a hacer rituales para salvarlo “pero lo hicieron demasiado tarde, muy tarde, si no se hubiera salvado”, un español casi nos arruina la plática con su “y qué tiene que ver Chávez con Perú?” y sus comentarios terminaron con mi “y cuál es le problema con que Perú tenga que ver algo con Chávez?”, finalmente el arqueólogo le dijo “aquí se libró la batalla que le dio la Independencia a nuestro pueblo, como no va a tener que ver este lugar con Chávez?”… Eso sí en la montaña de alado que no es mágica, ahí a simple vista está el camino que usan las narcotraficantes (este tema de las drogas ha sido UN tema, ya escribiré después).

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Ayacucho

Tengo algunas fotos de Ayacucho, no compré nada ahí, bueno sí compré queso, porque por todos lados venden queso, la verdad odié ese queso, es demasiado salado, así que lo que me llevo de ahí fue ese gran abrazo.

De Ayacucho para Abancay, me llevo el paisaje, fueron 13 horas de viaje, 7 horas en camino asfaltado y el resto en terraceria (prometo más adelante escribir una entrada con tips prácticos, precios, rutas, horarios y esas cosas) pero la vista fue increíble, pasamos por infinidad de población, estuve incluso encima de las nubes. Me adoptó un canadiense que también viajaba solo, es lo bueno y a veces malo de viajar sola, casi siempre te “adopta” alguien. Nick (el canadiense), resultó ser un viajero experimentado cincuentón, de esos que inspiran para seguir viajando, pretende llegar en camión hasta Tierra del Fuego y luego a la Antártida :O ya sé!… en fin eso de que me adoptó, más bien lo adopté yo, porque le vino muy bien que yo hablara inglés, porque obviamente su español, le da para viajar, pero se entera de la mitad de las cosas. En fin, tuve una buena cena, porque por pura casualidad en medio de Abancay encontramos un excelente restaurante, en el que me eché unos 125 pesos, lo cuál es medio caro por estos lados, pero valieron la pena (sorry se me olvidó tomar foto de mi comida jeje).

Sobre las nubes

Sobre las nubes

Y finalmente de Abancay a Cuzco lo mejor fue haber sido la única extranjera en el trayecto y haber viajado como los locales, me arriesgué un poco, pero valió la pena, llegué más rápido, gasté más, la vista no fue increíble porque la niebla no dejaba ver mas de dos metros, pero de lo mejor que me ha pasado en este viaje ha sido echarme unas 5 horas platicando con niños peruanos y con sus papás, quienes obviamente me adoptaron de nuevo.

La primera fue una señora en Abancay, cuando fui a preguntar  por los horarios y precios de los taxis a Curahuasi, iba con sus dos hijas, una de 8 y otra de 2 y yo jejeje. Me dio bastante información sobre los cantantes serranos, finalmente gracias a ella me enteré que lo que llevaba escuchando por 14 horas era un grupo llamado “Corazón Serrano”, y ella también me ayudó a hacer el cambió de van para Cuzco… se supone que hablo español, pero pues a veces no nos entendemos los peruanos y yo, bueno la culpa supongo que es mía, por no haber entendido ya en 9 días los usos y costumbres jeje Curahuasi a Cuzco estuvo mas despejado, el viaje incluyo parada para que todos compraran helado de mango, la vista también incluyo una barcaza usada para transportar droga.

En todos lados del departamento de Ayacucho hay monumentos, murales y hasta museos de la memoria, que recuerda los años de Sendero Luminoso y “todo lo que pueblo peruano sufrió”… ¿y las drogas?…

Abancay - Memorial por el flagelo de Sendero Luminoso

Abancay – Memorial por el flagelo de Sendero Luminoso

En fin, a pesar de las largas horas de viaje, de las 20 horas de cumbia peruana, de los caminos de terraceria y algunas horas de hambre, esa etapa de mi viaje la dejo con grandes abrazos a mi alma.

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